Siempre hizo lo que se esperaba de él, nació cuando estaba predestinado que naciera, caminó y dejó su pañal exactamente al año. Dijo mamá y luego papá, fue a la escuela, se graduó con honores, se recibió de doctor. Se casó y hasta tuvo hijos. Un día, ufanado de su correlación de hechos perfectamente ejecutada, decidió morir, exáctamente una semana después de haber escrito su obituario.
Miriam Frontalini.
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