El reloj dió las dos de la madrugada. Se levantó, se vistió y se dirigió a la fábrica.
Levantó muebles, arrastró cadenas, perdió herramientas del área de ensambles. Todo era tan rutinario, que no hubo un sólo empleado que se asustara.
Defraudado decidió volver al panteón, replanteándose el concepto de "tomar vacaciones".
©Miriam Frontalini.
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