martes, 17 de julio de 2012

ESPEJISMO


Cuentan (aunque nadie sabe a ciencia cierta quién empezó el rumor) que cansado de viajar por el mundo, el Rajá Oché Al Rajmhaj tomó la decisión de volver a su país y emprendió el regreso con todo su séquito.
En su tercera noche, una extraña os
curidad tapó la luz de la luna. Un silbido zigzagueó el aire del desierto impidiendo que los hombres escucharan la arena abrirse a los pies de sus camellos. Sin otro medio de transporte, el Rajá se vio obligado a abandonar sus posesiones y caminar bajo el despiadado sol por más de cinco días. Aturdidos, agotados y ya sin agua, los hombres alucinaban bordeando la locura. Gemían sedientos de salvación o de muerte, para no padecer tal sufrimiento.
En un instante, como un espejismo divino, se presentaron cuarenta odaliscas trayendo no agua, sino vino. Los hombres bebieron con desesperación hasta saciar su sed y con descaro para aumentar su líbido. Conducidos por el brillo de los caderines de aquellas mujeres, se internaron en el medio de una inmensa planta de vid. Sin importárseles nada, se entregaron al placer de la carne y borrachos de vino y de sexo quedaron dormidos entre los senos de sus salvadoras.
En medio del desierto, en medio de la vid, el mismo silbido penetró en el cuerpo desnudo de las odaliscas, transformándolas en fina arena. Mientras, las hojas de la parra envolvían al Rajá y a su séquito, uno a uno. De la negra noche se encendieron dos ojos rojos que parecían reír complacidos. La oscuridad abrió su boca. Todos los hombres de la caravana fueron devorados. Los niños envueltos, ya no satisfacían su hambre de humanidad.
 
                                                                                                (C) Miriam Frontalini.

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