jueves, 27 de diciembre de 2012

PASOS EN LA ESCALERA


El rayo rompió la oscuridad desgarrando el cielo en dos partes y la lluvia ya no pudo contenerse. Tanteando a contra brisa salté de la cama apresurada por cerrar la ventana mientras, miles de gotas me golpeaban el rostro y el resto se daba contra el vidrio. El trueno no se hizo esperar.
Sentí temblar todo y me abracé en un intento de autoconsuelo. Desde chica las tormentas eléctricas siempre me dieron miedo. Quise prender la luz pero es la misma historia, cuando llueve la casa se queda sin electricidad. La oscuridad ahora parece más grande. Grande y peligrosa.
De pronto, un sonido obtiene toda mi atención haciéndome olvidar de la tormenta. Escucho pasos, pasos en la escalera. El miedo me bloquea y sólo atino a ponerme tras la puerta como un intento desesperado de impedir que cualquier cosa entre.
Son tacos. Claramente se trata de una mujer. Sus pasos son regulares y debe ser delgada pues no siento rechinar la madera bajo sus pies. Sube despacio, tal vez intentando que no la escuche aunque es tarde para eso. Viene por mí pero ¿Por qué? ¿Quién es? ¿Qué quiere? Las preguntas inundan mi mente. Siento el sonido de sus pasos cada vez más fuerte, más a prisa, más cerca.
Mi escalera tiene veintiún escalones. Ya debe estar a mi puerta. Dios sigue jugando a pintar líneas en el negro de la noche y yo intento tapar mis oídos de ese sonido que me consume. La adrenalina sólo me deja emitir un grito ahogado antes de desmayarme.
Despierto en el piso. Por la claridad en mi habitación noto que es de día y la tormenta ha finalizado. Sólo hay silencio. Rápidamente corro escaleras abajo mirando a la puerta de entrada como un objetivo a alcanzar. Quiero escaparme. No importa más nada.
Sorpresivamente todo se sucede en una fracción de segundo. En el quinto peldaño resbalo con un charco de agua helada y caigo hacia atrás. Antes de que mi columna y mi nuca choquen contra el filo de los escalones puedo ver sobre mi a la culpable de mis miedos. Maldita gotera.
 
                                                                 (C) Miriam Frontalini


 

No hay comentarios: