Limpió su maquillaje y con él su falsedad.
Se sacó su vestido despojándose así de su linaje y sus preconceptos.
Desabrochó su corpiño y sus miedos.
Se quitó sus bragas y perdió su pudor.
Entonces, libre de toda atadura, caminó por el borde de la cordura y se lanzó al abismo.
Ante la mirada de los incrédulos, desplegó sus alas y voló hacia la felicidad.
©Miriam Frontalini.
©Miriam Frontalini.
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